¿Te gustan los mitos y las leyendas? ¿Eres un apasionado del misterio y de las historias que se transmiten de generación en generación? Si es así, la isla de La Gomera está hecha para ti.

Canarias, y nuestra isla, también conocida como Isla Mágica, está repleta de historias de fantasmas, casas encantadas o antiguos lugares donde se practicaban ritos. Todo ello forma parte de un rico patrimonio popular que te encantará conocer y que no olvidarás fácilmente.

Y si ya estás aquí, puedes elegir entre una gran variedad de excursiones y rutas que hacer por la isla. Te proponemos visitar El Llano de las brujas, un paradójico lugar que encierra una espeluznante historia que aún hoy, pone los pelos de punta a aquellos que lo visitan.

¿Has oído hablar alguna vez de los bailaderos? Son espacios donde las brujas hacían aquelarres y bailaban en torno a una hoguera. Los bailaderos, rebautizados así por la tradición cristiana, se extienden por las islas, y coinciden con lugares de culto de los aborígenes isleños.

Uno de los bailaderos más famosos de La Gomera es el bailadero de las brujas, que se encuentra situado en pleno Parque Nacional de Garajonay y supone un gran impacto para el visitante, ya que entre árboles de inmensas magnitudes que parecen coronar el cielo, se abre un claro de unos 800 m2 en el que no nace prácticamente nada de vegetación.

Además de haber sido un punto de encuentro de los diferentes caminos que recorrían la isla cuando aún no existían carreteras, en torno a él existe más de una leyenda que aún se puede escuchar con convicción en boca de los más ancianos del lugar.

Antiguamente los habitantes vivían del campo y la pesca, y era frecuente que algún pescador llevase los mejores pescados al campo para ser cambiados por carne. Para ello, era imprescindible atravesar el bosque, lo que siempre les inquietaba debido al espeluznante silbido del viento, y la espesa y siniestra niebla que lo envolvía.

Una de las leyendas más extendidas entorno a este bailadero, es la del campesino que viajaba a lomos de su burro, el cual de repente comenzó a inquietarse hasta tirar a su amo al suelo, para finalmente salir huyendo.

El campesino asustado comenzó a correr por el bosque en busca del animal, hasta que de pronto se encontró con un resplandor entre los árboles y escuchó voces de mujeres que hablaban y reían. Se acercó cauteloso hasta poder contemplarlas de cerca y descubrió a un grupo de mujeres adultas vestidas con túnicas negras y bailando alrededor de una hoguera en lo que parecía un rito satánico y en el que estaban usando como ofrenda al burro muerto del campesino.

Finalmente, las brujas se sentaron en unas piedras, dispuestas en círculo alrededor de una piedra central, la de la bruja mayor.

El campesino no podía dejar de mirar el ritual, absorto en lo que allí acontecía, cuando una mano se posó en su espalda. Se giró asustado y sintió como una de las brujas le echaba el aliento en la cara.

Inevitablemente lo inspiró y sintió como una extraña niebla se metía en su interior, mientras la bruja le decía: “Todo aquel que conoce nuestro secreto, ha de morir”. Asustado echó a correr bosque abajo, y no paró hasta llegar al pueblo, donde cayó desplomado por el esfuerzo.

Los vecinos le ayudaron y lo metieron en la cama, pero el campesino no conseguía tranquilizarse y no paraba de hablar sobre lo que acababa de ver. A las pocas horas, el campesino murió.

Desde entonces, todos los habitantes evitaban pasar por el bosque y cuando no tenían más remedio que hacerlo, llevaban consigo una hoja de laurel para ahuyentar a las brujas.

Después de conocer esta historia, seguro que vas a visitar el Parque Nacional de Garajonay con otra perspectiva, y que inevitablemente un escalofrío va a recorrer tu cuerpo cuando llegues al Llano de las brujas, donde 14 piedras forman un curioso círculo donde nunca crece la hierba.

¿Te animas a visitarlo?