Si te gustan los rincones con encanto y disfrutar del mar en estado puro,no puedes dejar de visitar las piscinas naturales del Pescante de Hermigua.

Un paisaje mágico, en el que cuatro hipnotizadores columnas emergen de las movidas aguas de la costa norteña, dotando a este enclave de un aire, misterioso, como surgido de la mitología griega.

Este emblemático lugar es especialmente frecuentado en verano,  mostrando su mejor cara durante la primera quincena de Septiembre, cuando las mareas y el sol hacen que el agua tome un bonito color turquesa.

La historia que se esconde tras estos enigmáticos pilares, es la historia de los pescantes de la Gomera, vestigios importantes de la historia económica de la isla. Un ejemplo palpable del tesón y talante emprendedor de los gomeros, capaces de prosperar sean cuales sean las circunstancias a las que deban enfrentarse.  

¿Qué es un pescante y cuál era su función?

Los pescantes, son estructuras con apoyos que se internan en el mar, terminando con un voladizo que permite la carga y descarga sobre las embarcaciones o falúas que luego transbordaban a los barcos que no podían acercarse a la costa.

A finales del S XIX la creciente producción frutera y la incorporación de la Gomera a la agricultura de exportación (principalmente plátanos y tomates) hizo necesario disponer de lugares donde se embarcaran los productos de una forma más ágil y rápida, hacia los mercados europeos.

En esa época, Hermigua y el resto de zonas agrícolas del norte de la Gomera, estaban muy mal comunicadas entre sí y con el exterior. Las mercancías se transportaban  por tierra a través de caminos angostos por personas y animales de carga y los fondeaderos, eran el único medio que existía para sacar de la isla los cultivos de exportación. Las escarpadas costas de la isla y el mar bravo impedían dar salida a toda la producción y además hay que tener en cuenta que el puerto de San Sebastián, como tal, no estuvo culminado totalmente hasta mediados del S. XX-

Esta problemática, empujó a la burguesía local a buscar una fórmula más eficaz para exportar sus productos, por lo que, desde comienzos del siglo XX, emprendieron de forma autónoma la construcción de sistemas de atraque más sofisticados.  Invirtieron y arriesgaron su capital en la construcción de pescantes en Hermigua, Agulo y Vallehermoso, asociados a la agricultura de exportación.

La construcción de los pescantes, reactivó la economía insular sacando a la Gomera de su aislamiento e  impulsando el desarrollo agrícola e industrial de la Gomera.

En Hermigua, de los dos pescantes que hubo en esta localidad, el que se ve en la actualidad nunca llegó a terminarse y el otro que había sido edificado a 30 metros de distancia, estuvo operativo durante décadas.   

¿Por qué no se llegó a terminar el segundo pescante de Hermigua?

El final de la Primera Guerra Mundial, reactivó en los años 20 la economía mundial.  Este nuevo escenario, animó a los exportadores de Hermigua a embarcarse en un ambicioso proyecto, construir otro pescante. La obra, cinco veces mayor que la anterior, estaría compuesta de seis prismas y permitiría operar a mayor distancia de la costa con un brazo de 150 metros. Tras construirse cuatro pilares, el cierre de los mercados receptores tras el crack de la bolsa del 1929, paralizó la obra que no volvería a retomarse  debido a la Guerra Civil  y a la Segunda Guerra Mundial.

La construcción de la carretera del norte, mejorando notablemente las comunicaciones y la finalización del puerto de San Sebastián, también contribuyeron de manera importante en el declive y desaparición de los pescantes en la isla.

El Pescante de Hermigua, que se ha convertido en imagen de numerosas postales turística de la Gomera se encuentra a unos 50 minutos en coche desde el Hotel Jardin Tecina. Una bonita excursión por las serpenteantes carreteras de la isla, atravesando de sur a norte paisajes únicos. Anímate y no te olvides el bañador!